¡Qué suerte tener entre nuestros papás a un gran músico!
Hoy hemos aprendido muchas cosas, Andrés nos ha traído un cuento de una cobaya que quería ser una estrella de la música, casi casi como nosotros, que nos encanta la música, y desde hoy, muchísimo más.
Andrés venía cargado con su... ¡guitarra! que ya sabíamos lo que era antes de que ese maravilloso instrumento saliese de su funda. Pero antes de empezar a tocar, Andrés tuvo que afinar su guitarra para que sonase bien, y sacó un aparato que se llamaba afinador, con unas lucecitas verdes y rojas que iban indicando cuando la guitarra sonaba mejor.
Y claro, lo mismo hicimos con nuestra voz. Andrés nos fue acercando el afinador uno por uno, y si la luz se ponía verde, es que no lo hacíamos del todo mal.
¡Qué bien sonaba! Andrés sabe tocar muy bien, además nos enseñó el libro de los músicos, donde no hay letras para leer, sino notas y partituras. Además, nos enseñó qué era un atril, un soporte para sujetar las partituras mientras los músicos tocan su instrumento.
Cantamos juntos algunas canciones con la guitarra...
¿A qué no sabéis cuál sabía tocar Andrés? pues la de Bob Espoja, todos nos la sabíamos y nos encantó.
También nos enseñó un juego para aprendernos las notas musicales, que las cantamos como si estuviésemos subiendo y bajando una escalera... DO - RE - MI - FA -SOL- LA -SIIIII ....... Uffff que nos podemos más!.... DO - SI - LA - SOL -FA - MI - RE - DO...!!!!!!
Algunos ya las conocíamos porque vamos a clases de música, a otros nos sonaban algunas, y otros, no teníamos ni idea de que era eso, pero fue muy divertido, Andrés tocaba cada vez más rápido.
Andrés se convirtió en director de orquesta, sacó su batuta, que aprendimos bien lo que era y para qué servía, y nos imaginamos que estaba subido a un podio donde así los músicos podían ver mejor sus indicaciones.
Hicimos tres grupos y unas hojas de periódico nos sirvieron de instrumentos. El primer grupo tenía que dar palmadas sobre el papel de periódico, el segundo grupo, frotar con la palma de las manos muy fuerte, y el tercero, arrugar la hoja en forma de bola y desarrugar.
Primero, fue Andrés el director de orquesta y después, nos dejó a algunos de nosotros ¡qué divertido! Aprendimos cómo mandar a los músicos tocar, y cómo cerrar las manos para que hiciesen silencio y parasen de tocar.
Nos despedimos cantando una canción que Andrés mismo había compuesto sobre los directores de orquesta, le acompañamos con palmas y gestos, ya sabíamos seguir bastante bien el ritmo y no quedó nada mal...
Una gran experiencia musical...
¡Gracias Andrés y enhorabuena por tu intervención!
Ahora soñaremos con ser algún día grandes músicos...